Llego a la parroquia el siguiente martes por la noche, como me ha pedido el P. Carlos. Lo espero de pie, a un lado de la fuente del claustro. Sale puntual a las 7:15. Es nuestro primer encuentro formal. Entendiendo que acceder a dar una entrevista a un periodista desconocido puede ser un arma de doble filo y para disipar cualquier posible inquietud, le cuento al Padre acerca de mi trabajo pastoral y le aseguro las tres garantías de siempre: mi fidelidad al Papa, al Magisterio de la Iglesia y a los valores del Evangelio. Reitero que el enfoque exclusivo de la entrevista será su forma de celebrar la Sagrada Liturgia. Como gesto de agradecimiento, obsequio al Padre una copia de mi libro Judas, ¿traidor o instrumento de Dios? La acepta con la curiosidad que suele provocar este título. El P. Carlos me conduce a una banca al aire libre en el mismo claustro e iniciamos una fascinante charla cobijados por un clima templado muy agradable. La oportunidad de explorar junto con un sacerdote los sentimientos que brotan en su corazón al celebrar la Santa Misa e ir descubriendo de qué forma la celebración se va convirtiendo en una experiencia de Dios para el mismo celebrante, se antoja muy interesante. Más cuando se trata de un sacerdote que celebra la Santa Misa no solo con una corrección litúrgica impecable sino con una devoción notoria. Enciendo mi grabadora, asegurando al Padre que transcribiré toda la entrevista después, para publicarla escrita como él ha preferido. Le pregunto sobre su formación y si acaso es liturgista. Sacerdote diocesano, me confía que, de hecho, es especialista en Derecho Canónico, formado en la Universidad de Navarra, famosa por su nivel de exigencia, su rigor académico y su ortodoxia doctrinal. Me pide también que me refiera a él simplemente como "el Padre Carlos, un sacerdote de una parroquia en la Arquidiócesis de México". Como narré en la columna anterior, tuve la bendición de asistir a la misa del Domingo de Gaudete con el P. Carlos y hubo diferentes aspectos muy puntuales que me llamaron mucho la atención. La entrevista se desarrolla, pues, preguntando al sacerdote sobre cada uno de esos aspectos, los cuales iré compartiendo en esta serie de artículos especiales. Uno de estos aspectos fue la incensación al principio de la Misa. Hacía mucho tiempo que no veía que se empleara incienso fuera de una solemnidad y en la cantidad que había empleado el sacerdote el domingo anterior (así como los domingos sucesivos en que tuve oportunidad de seguir asistiendo). El aroma del incienso llenaba el templo y su humo abundante se desbordaba del turíbulo sobre el altar y el presbiterio. La Instrucción general del Misal Romano, prescribe lo siguiente: ____________________________ Incensación 276. La turificación o incensación expresa reverencia y oración, tal como se indica en la Sagrada Escritura (cfr. Sal 140, 2; Ap 8, 3). El incienso puede usarse a voluntad en cualquier forma de Misa: a) durante la procesión de entrada; b) al inicio de la Misa para incensar la cruz y el altar; c) para la procesión y proclamación del Evangelio; d) después de ser colocados el pan y el vino sobre el altar, para incensar las ofrendas, la cruz y el altar, así como al sacerdote y al pueblo; e) En la elevación de la Hostia y del cáliz después de la consagración. 277. El sacerdote, cuando pone incienso en el turíbulo, lo bendice con el signo de cruz sin decir nada. Antes y después de la incensación se hace inclinación profunda a la persona o al objeto que se inciensa, exceptuados el altar y las ofrendas para el sacrificio de la Misa. Con tres movimientos del turíbulo se inciensan el Santísimo Sacramento, las reliquias de la santa Cruz y las imágenes del Señor expuestas para pública veneración, las ofrendas para el sacrificio de la Misa, la cruz del altar, el Evangeliario, el cirio pascual, el sacerdote y el pueblo. Con dos movimientos del turíbulo se inciensan las reliquias y las imágenes de los Santos expuestas para pública veneración, y únicamente al inicio de la celebración, después de la incensación del altar. El altar se inciensa con un único movimiento, de esta manera: a) Si el altar está separado de la pared, el sacerdote lo inciensa circundándolo. b) Pero si el altar no está separado de la pared, el sacerdote, al ir pasando, inciensa primero la parte derecha y luego la parte izquierda. La cruz, sí está sobre el altar o cerca de él, se turifica antes de la incensación del altar, de lo contrario cuando el sacerdote pasa ante ella. El sacerdote inciensa las ofrendas con tres movimientos del turíbulo, antes de la incensación de la cruz y del altar, o trazando con el incensario el signo de la cruz sobre las ofrendas. ____________________________ A este respecto, pregunto al P. Carlos: [Mauricio] Padre, me llamó mucho la atención al principio de la Misa el uso del incienso. ¿Por qué el uso del incienso en la Santa Misa? [P. Carlos] -Porque el incienso simboliza esa presencia de nuestras oraciones que buscamos elevar hacia Dios. Y le da a la misa esa solemnidad, sobre todo a la Misa dominical. Eso permite que también los fieles se den cuenta de que lo que estamos celebrando es algo muy importante. [Mauricio] Sí, así es. Por definición un sacramento es un signo sensible de Cristo invisible. Y en los sacramentos, al Cristo que no vemos con nuestros ojos lo podemos sentir con todos los sentidos de nuestro cuerpo. El olfato entra en juego con el incienso definitivamente. El aroma tan exquisito del incienso hace que nuestro olfato perciba que estamos en la presencia de lo sagrado. [P. Carlos] -Exactamente. Como expliqué al iniciar esta serie especial en mi columna anterior, estoy convencido de que una de las principales causas que ha provocado que 76 por ciento de los católicos en Estados Unidos no crea que Cristo está realmente presente en la Eucaristía es la superficialidad con que se celebra la Santa Misa. De ahí que me llame la atención la razón del P. Carlos para emplear el incienso: que los fieles se den cuenta de que lo que estamos celebrando es algo muy importante. Es evidente que cuando se cuidan todos los detalles en la Liturgia y con un propósito específico, se puede lograr que la Santa Misa sea una verdadera experiencia de Dios en la que a todos los les conste que Dios está vivo y presente en el altar. En la próxima entrega, conoceremos las respuestas del P. Carlos a estas preguntas:
¡Apasiónate por nuestra fe!
2 Comentarios
Almada Almada
24/1/2020 05:49:50 pm
Gracias, por su apostolado!!
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Magdalena
25/1/2020 05:37:08 pm
Me has llevado a imaginar cada momento con los detalles narrados en esta publicación. No solamente es interesante la entrevista y la forma tan diferente de presentar la importancia de la Santa Misa desde la vivencia del sacerdote; sino también lo mucho que aprendemos con las aportaciones qué haces al respecto del tema que se está desarrollando. Muchas gracias Mauricio, Dios te bendiga.
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